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jueves, 8 de septiembre de 2011

El hombre pelìcano·/ Escribe Mauricio González





En vuelo rasante, sobre la inmensa bahía en calma, se dejaba llevar por la corriente. Casi sin batir alas, se guiaba por las señales de los signos en el agua. Ahora que veía las pequeñas siluetas de los pescadores en la caleta distante, y las de la muchedumbre en la playa, sabía que podía llegar más lejos.

Afirmaba su identidad huyendo de ellos, del desafío que amanece cada día, del abismo que se abre ante el despojo, del miedo al fracaso, del abandono del Otro. Ya no quería ser visto como un bicho porque le escapaba a la rutina, porque había tomado las riendas de su vida, porque aseguraba que vistos de cerca somos todos raros, por apropiarse del lenguaje desconforme y furibundo de las calles que descifra los eufemismos y desnuda el lucro, las estafas y la desigualdad.

Con el sol en lo más alto reflejándose en el azul marino, solo pensaba en llegar al otro extremo de la ensenada donde aguardaban, en lo alto del roquedal,  las otras aves con las alas extendidas y el buche lleno.

Se posó lejos del grupo. El guía se le acercó primero y luego el resto lo recibió con gran alboroto. Alzando vuelo junto a la bandada, viajando en una misma dirección, encontró su lugar.


· Escultura ubicada en extremo sur de la Playa Herradura.
   Coquimbo, junio 2011

jueves, 1 de septiembre de 2011

A la vanguardia desde la periferia



                                      la palabra es de todos y es de nadie
                                                           acierta a veces y otras se equivoca
                                                           pero cuando enmudecemos quedamos
                                                           perdidos en la jungla de las cosas”.
                                                                                             
Mario Benedetti


El pasado martes en la tarde nos reunimos en la Biblioteca Municipal de Maipú los integrantes del Taller para agasajar a nuestro querido guía y mentor, Ricardo Sánchez O., quien ha decidido tomar nuevos rumbos.

Creo que todos quienes asistimos al encuentro tuvimos sentimientos encontrados. Por un lado la alegría de volver a reunirnos a compartir los textos y la charla, los comentarios e impresiones de cada unos de los integrantes, en una mesa tendida con sentido cariño por las amorosas manos de nuestras compañeras,  y por el otro la tristeza de saber que no contaremos más con la constante motivación y el aporte invaluable de Ricardo durante todos estos años.

Como lo mencioné en la reunión, me parece que uno de los aspectos más destacables de las clases de Ricardo –entre muchos otros- es el espíritu de rebeldía que siempre intentó impartir: motivándonos constantemente a la lectura y la escritura, haciendo aflorar el potencial oculto en cada uno de nosotros, valorando y comentando todos los trabajos con respeto y tolerancia, fomentando la autoestima al hacernos sentir importantes, porque todos tenemos algo que decir y  tenemos derecho de apropiarnos de la palabra, más aún en estos tiempos en que la vemos secuestrada por quienes tienen el poder y el dinero.

Luego el hecho de valorar lo periférico, creando un espacio donde desarrollar la creatividad libre de ataduras y prejuicios, desmitificando lo canónico con irreverencia, bajando la academia al nivel de la gente más sencilla, todo eso ha sido un fuerte aliciente para mantenernos a todos en este camino. La coherencia, la constancia y el amor que Ricardo ha demostrado por su trabajo, se refleja en el crecimiento que hemos tenido como grupo humano y de creación permanente.

Tenemos la responsabilidad, entonces, de mantener vivo el espíritu de nuestro querido amigo y guía, asumiendo la nueva conducción de nuestra compañera Margarita, la que tendrá por delante una enorme tarea. No será fácil para nadie, pero si todos nos comprometemos la sacaremos adelante y confío en que seguiremos produciendo cada vez mejores trabajos, con esfuerzo, con esmero, concisión y buen tino, sosteniendo los valores que compartimos en todos estos años.

Sigamos haciendo vanguardia, escribiendo ese gran libro polifónico donde las voces y las imágenes nos recuerden que la memoria de los pueblos no se acalla, sigue viva mientras alguien tenga algo que contar.

¡Salud Maestro! y nos vemos en cualquier momento.